21 julio 2018

La Piedra Cúbica en Punta (y 2)

Lo más remarcable es el rectángulo con su diagonal, ya que corresponde a numerosas representaciones de obreros constructores de la Edad Media e indica simbólicamente lo que fue considerado durante largo tiempo como el principal “secreto de oficio” de los Maestros Masones. Después, este secreto fue, por supuesto, descubierto y revelado. Ya lo mostró el arquitecto Villard de Honnecourt puesto que se encuentran dos dibujos sobre este tema en la plancha 38 de su famoso Cuaderno (Fig. 5). 


Uno de estos dibujos tiene por comentario:
-          Por este medio se hace un claustro igual a su patio, es decir que la superficie del cuadrado central es igual a la superficie del corredor que lo rodea.
-          Por este medio se hace una piedra para que las dos mitades sean iguales, ya que como no se trata de partir una piedra en dos, por este procedimiento puede dividirse un cuadrado para obtener otro que sea igual a su mitad.
Indicándonos por estos dos dibujos esquemáticos como puede efectuarse todo esto con la ayuda de las Diagonales de un cuadrado.

Estas mismas recetas fueron retomadas dos siglos más tarde por un arquitecto alemán de nombre Roriczrer (o Poriczer) en una obra imprimida en Ratisbona en 1486 de título “El libro de la construcción exacta de los pináculos”. Roriczer explica como diseñar correctamente un pináculo partiendo del plano. Construye un primer cuadrado y luego dentro de éste, otro cuadrado siguiendo el método empleado por Villard de Honnecourt. Luego recoloca el segundo cuadrado así diseñado para que encaje en el sentido del primero, y así sucesivamente, eleva poco a poco su pináculo, siendo cada nivel igual a la mitad del precedente. Además nos comenta de la forma más ingenua del mundo que nos revela de este modo el “secreto de los masones”, ya que se trata en realidad de un método simple para efectuar la elevación desde un plano, secreto técnico de los Maestros Arquitectos durante largo tiempo guardado cuidadosamente.

Puesto que todo ello se obtiene simplemente a partir del conocimiento de las particularidades y propiedades de la Diagonal, ésta fue glorificada y tenida por un secreto iniciático tanto por los operativos como por los primeros especulativos que la importaron.
Aún hoy la encontramos en la Joya del Pasado Venerable Maestro bajo la forma del teorema de Pitágoras: “en un triángulo rectángulo, el cuadrado de la hipotenusa –aquí podríamos decir el cuadrado de la diagonal- es iguala la suma de los cuadrados de los dos otros lados”. Este mismo teorema se inscribe entre los dos personajes principales del frontispicio de la primera edición de las Constituciones Masónicas de 1723 para simbolizar, tal vez, “el gran secreto del Arte Real”. Fig. 6.


Puede leerse debajo el famoso “Eureka” de Arquímedes, lo que coloca a estas Constituciones bajo los auspicios de dos grandes matemáticos y filósofos de la antigüedad: Arquímedes, el ingeniero matemático, y Pitágoras, el filósofo de la armonía de los números: ¡no es posible hacerlo mejor!

La diagonal simbólica estaba por tanto a veces indicada sobre la cara superior de la Piedra Cúbica, partiendo la superficie en negro y blanco para hacerla más remarcable, como en el ejemplo antes expuesto.
Seguidamente, mal dibujada e incomprendida, se convirtió progresivamente en una Piedra Cúbica más o menos “en Punta”.

Antes de concluir prestemos atención nuevamente a la denominada “Piedra Diamante”:
-          Tomemos un cubo (o si se prefiere una piedra cúbica) y marquemos los centros de cada cara (en la intersección de las diagonales de cada cuadrado). Después unamos con una línea los seis puntos así determinados. En el interior del cubo obtenemos un octaedro teniendo la forma de dos pirámides opuestas, el cual parece tener la forma de un “diamante” en el corazón de una Piedra Cúbica. Fig. 7.
-          Tomando otra consideración al respecto del Hermano H. M., los Maestros Masones operativos practicaban un símbolo particularmente rico. Se trata del Punto Central, el centro, que ellos identificaban con el Centro del Universo, o sea, el Principio Divino, y del mismo modo el centro del Hombre, ese Centro que hay que encontrar con exactitud para que todo edificio esté equilibrado y en armonía. Respecto a esto, un dicho operativo a franqueado los siglos. De origen alemán dice así:
El punto que está en el círculo –que está en el cuadrado- y que está en el triángulo. Tú conoces este punto, entonces todo va bien. Si no lo conoces, entonces todo es vano. (de “Estudios sobre las marcas de los talladores de Piedra”. Franz Rziha – Guy Trédaniel. 1883/1993, pag. 56)
Así, según H. M., en aplicación operativa del famoso principio “lo que es arriba es abajo”, para atraer la atención sobre el centro de la Piedra Cúbica que nuestros ojos no pueden ver, evidentemente, basta poner arriba de esta Piedra la figura geométrica que una vez “invertida” lo mostrará. Ahí el pyramidion cuyo punto culminante una vez invertido indicará el centro del cubo.

Centro o “Diamante central”, llegamos al mismo resultado al parecer. Fig. 8.


Para concluir, insistamos sobre el hecho que es lógico que el Compañero que trabaja sobre la Piedra Cúbica en Punta, una vez llegado a Maestro, deberá continuar buscando el “Centro”, tarea para toda la vida.

Poco importa que la Piedra Cúbica en Punta sea el resultado de una “mala interpretación de su dibujo”. Ésta conserva todo su valor simbólico puesto que indica por su forma que el masón no es solamente un elemento para integrar en una Gran Obra, sino que debe también esforzarse en rectificar su piedra para intentar hacerse un “Diamante”.


Joaquim Villalta, Vª Orden, Gr.·. 9, 33º
Miembro de Honor del Grande Oriente Lusitano
Miembro de Honor del Gran Oriente Nacional Colombiano

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