14 julio 2018

La Piedra Cúbica en Punta (1)

He querido abordar este tema siguiendo las esclarecidas aportaciones e indagaciones que sobre el mismo ha llevado a cabo el Hermano francés M. R. de forma muy rigurosa y que considero muy acertada bajo mi punto de vista.

Al abordar este símbolo referido a una de las Joyas Inmóviles de la Logia, lugar donde según el ritual los Compañeros “aguzan sus herramientas”, constatamos con cierta extrañeza que, si nos sumergimos en su estudio y analizamos diferentes obras especializadas, la mayor parte de los Ritos parecen ignorar la Piedra Cúbica en Punta, símbolo que solo aparece en el R.E.A.A. y el Rito Francés o Moderno, siendo inexistente también en los Ritos Anglo-sajones.

Este elemento simbólico, para nosotros capital, presenta enormes divergencias sobre su interpretación entre distintos especialistas masonólogos. Quiero remarcar, sin embargo, que es obvio que la visión y reflexión simbólica debe ser en todo momento personal, y cada masón procederá a imbuirse en sus propias introspecciones y vivencias individuales. Dejemos pues, por un momento, la particular lectura que pueda derivarse de la finalidad antes referida sobre el “aguzar las herramientas” para proponer la siguiente reflexión que podríamos titular como “el simbolismo de la Piedra Cúbica y de su Diagonal”.
Esta hipótesis puede verse apoyada sobre la lectura de un artículo del Hermano J. T., aparecido en el año 1991, en concreto en la publicación Nº 22 de la serie “Trabajos de la Logia Villard de Honnecourt” de la GLNF. En él se declara que “la Piedra Cúbica en Punta es un avatar de una mala interpretación de antiguos textos, ligada a malos dibujos durante largos años, y que se ha querido justificar a posteriori. Del mismo modo el hacha (frecuentemente asociada) habrías sido originalmente una escuadra que, mal dibujada, se transformó poco a poco".

Uno de estos “malos dibujos” puede apreciarse en la Fig. 1, una miniatura de la Edad Mdia donde puede verse a un masón con una “boucharde”, que era una especie de martillo dentado – simple o doble – y que, en efecto, podía parecerse a una hacha, haciendo en el dibujo el gesto de tallar una piedra particionada en negro y blanco según su diagonal superior.


La Fig. 2 bien podría darnos la explicación óptica de esta mala interpretación ulterior. De hecho, las fuentes del hermano J. T. (las cuales no cita) son unos artículos del hermano René Guilly publicados en la revista “Renaissance Traditionnelle” entre 1987 y 1992, reunidos en una obra editada por Éditions Dervy en 1995 titulada “Las piedras de la Francmasonería”, firmados con el seudónimo René Désaguliers.

Nuestras actuales Joyas Inmóviles de la Logia, la Piedra Bruta, la Piedra Cúbica en Punta y la Plancha de Trazar, correspondientes a nuestros tres primeros Grados, fueron una vez una Piedra bruta – suficientemente desbastada y con caras ya perpendiculares -, una Piedra Cúbica denominada “Piedra Diamante” y una escuadra.
La Piedra Bruta casi informe que encontramos ahora en las Logias no corresponde para nada con la piedra simbólica de los primeros Masones Especulativos, la cual estaba inspirada directamente de la de los Operativos. Hay que recordar que las piedras de un futuro edificio eran desbastadas al máximo en las canteras, es decir, esbozadas lo mejor posible a su forma definitiva, entre otras cosas para limitar el precio (al peso) del transporte que frecuentemente costaba más que el material en sí mismo. Es de mal comprender, pues, una piedra informe de destinación o función desconocida transportada hasta la logia. La antigua piedra bruta simbólica es una piedra “escuadrada”, o sea, una piedra son sus caras en escuadra entre ellas y que, así preparada, está a punto para la venta y transporte, pero no para ser colocada ya que las caras permanecen aún bastante brutas.
Esta piedra “escuadrada” del Aprendiz es fácilmente reconocible en la ilustración fechada en 1754 de la Fig. 3.


La Piedra “Diamante” es más difícil de encontrar. René Désaguliers afirma: “… por lo que se sabe, la palabra (en inglés) diamond aparece de 1723 a 1802 en cinco textos y ocho ejemplos". El documento más significativo se denomina “Institution of freemasons” fechado en 1725. A continuación de la pregunta del retejo “¿cuántas Joyas Preciosas hay en la Logia?”, la respuesta es seguida de su ilustración manuscrita, añadida sin duda para facilitar su memorización. Se trata del dibujo de un pequeño rectángulo,seguido de otro rectángulo marcado con su diagonal y aún seguido de una simple escuadra. La Fig. 4 nos muestra cómo estaban dibujadas simbólicamente las tres “Joyas Preciosas” de la masonería en este documento.



Joaquim Villalta, Vª Orden, Gr.·. 9, 33º
Miembro de Honor del Grande Oriente Lusitano
Miembro de Honor del Gran Oriente Nacional Colombiano


22 junio 2018

Feliz Solsticio de Verano 2018

Después de traspasar esta simbólica puerta solsticial, hacemos un pequeño paréntesis estival en el hemisferio norte, para volver con ustedes, con fuerza y vigor renovados, el próximo mes de septiembre.

Reciban un afectuoso y cordial saludo.

Joaquim Villalta

01 mayo 2018

La grandeza evolutiva de la Vª Orden del Rito Moderno o Francés

Últimamente estamos asistiendo a una especie de redescubrimiento alrededor del Rito Francés o Moderno (ese gran desconocido como en alguna ocasión comenté en alguno de mis trabajos) a pesar de ser el continente fundacional de lo que posteriormente se convertiría en las diversas "manifestaciones" rituales masónicas más o menos desafortunadas en ocasiones.

Sin duda alguna, la proliferación desmesurada y descontrolada de los denominados Altos Grados y sistemas heterodoxos (por lo carentes de coherencia) inducido en ocasiones por aspectos exógenos al objeto en sí de los fines originales de la Orden, la intromisión de modas extravagantes y visionarias, configurando esperpénticos sistemas mesiánicos, mágicos pseudomísticos y demás fauna variada, condujo a la masonería continental francesa, y en concreto desde el entorno del Gran Oriente de Francia, a la creación de un "Gran Capítulo General de Francia" con el fin de poner orden y dar una coherencia uniformada al citado panorama que, en cierto modo, resultaba patéticamente descontrolado.

De vez en cuando, la historia nos proporciona mentes preclaras en diversos ámbitos del arte y del conocimiento. Una de las figuras trascendentales para abordar dicha estructuración fue Roëttiers de Montaleau, quien junto con Graffin, Salivet, Saurine, Millon y otros muchos de dichos 81 miembros fundadores (obsérvese curiosamente el número 81), van a dar forma a las Órdenes de Sabiduría, previamente denominadas Órdenes Superiores, cuya pretensión era y sigue siendo la de agrupar de forma coherente las enseñanzas, reuniendo el conjunto de las corrientes históricas del denominado escocismo, y que ya he desarrollado ampliamente en otros artículos y ensayos.

Así pues, sigue manteniéndose en vigor esa idea fundacional original de 1784 que pretendía sencillamente la confección de una Vª Orden que contiene "todos los Grados físicos y metafísicos y todos los sistemas, especialmente los adoptados por las asociaciones masónicas vigentes", ardua labor que magistralmente llegó a realizarse de forma progresiva y que, curiosamente, fue olvidada en unos casos, o desconocida en otros, bien por desidia, ignorancia o afán de preponderancia egocéntrica en la mayoría de las ocasiones.

No voy a describir lo ya descrito, ni a descubrir nada novedoso, brillantemente desarrollado en magníficas obras bibliográficas y estudios descomunales que merecerían más de un “Premio Nobel de Masonería” si existiese. Mi propuesta es sencillamente inducir al estudio y al descubrimiento del Rito Francés, ese Rito de los Modernos que Roëttiers de Montaleau denominó en una de las propuestas de reorganización como “Rito Primitivo” afirmando con este adjetivo calificativo la anterioridad del Rito Francés, nombre adoptado para ser diferenciado de otros tantos creados posteriormente e implantados también en Francia. Dejaré para otra ocasión mi modesto análisis sobre el uso grotesco, falso y abusivo que se ha dado a un supuesto “Rito Primitivo” en otros lares, y que bien merecerá de un desarrollo más profundo. 
Ahora volvamos al verdadero concepto, ese Rito Primitivo, Rito Francés, Rito de los Modernos, que compiló tras los tres grados simbólicos toda una auténtica Academia y Conservatorio de Grados masónicos del Siglo de las Luces y distintos conocimientos procedentes de múltiples sistemas rituales.
Esa ambiciosa, pero necesaria Ordenación académica por un lado, y administrativa por otro, sigue viva a día de hoy, y desde su génesis se planteó con visión de futuro (basta ver sus primeros Estatutos y Reglamentos Generales de 19 de marzo de 1784).
Ya no se trata simplemente de una compilación cual “Arca de la Alianza” de los primeros e históricos 81 grados distribuidos en 9 series, sino de dar cabida a los mayores conocimientos masónicos en su seno, incorporando y reuniendo de este modo a los portadores de los grados culminantes de todos los diversos sistemas y Ritos.

Es ahí donde radica el objetivo final de la Vª Orden: reunir lo que está disperso al más alto nivel de la iniciación. Así fue y así sigue siendo en la actualidad, pese a quien le pese.

Joaquim Villalta, Vª Orden, Gr.·. 9, 33º
Miembro de Honor del Grande Oriente Lusitano
Miembro de Honor del Gran Oriente Nacional Colombiano

16 abril 2018

Réplica desde el respeto al melancólico Hermano Berengario

Hace pocos días apareció un nuevo Blog denominado “La Melancolía del Hermano Berengario”
http://elhermanoberengario.blogspot.com.es/ en cuya primera entrada http://elhermanoberengario.blogspot.com.es/2018/04/comentarios-masoneria-y.html se exponen una serie de comentarios y reflexiones a propósito de la publicación del Querido Hermano Víctor Guerra “Masonería y librepensamiento. ¿Una antinomia?

Este tipo de nacimiento de plataformas de reflexión, debate y exposición, siempre son bienvenidas, pues generan un caldo de cultivo ideal para clarificar o aumentar las visiones y conceptos, muchas veces parcializadas y constreñidas por posicionamientos aparentemente confrontados. Es pues desde este punto de vista que inicio esta primera entrada replicando (siempre con respeto) algunos comentarios del susodicho Blog del anónimo y melancólico Hermano Berengario, a quien agradezco de corazón la positiva y entrañable opinión que tiene de mi humilde persona y de mi trabajo.
Así pues, desde mi perspectiva masónica Regular (noción distinta a la del Hermano Berengario, y que desarrollaré en otra ocasión) quiero puntualizar unos aspectos que me han parecido errores “de bulto”:

En primer lugar, Berengario cae en la tentación de definir como propia de la cultura francesa lo que él denomina la perspectiva atea de la Masonería, etiquetándola de enemiga de la religión para obtener sus fines particulares de libertades y progreso, versus la muy distinta perspectiva británica. Esta afirmación tajante y universal no solo es incierta, sino que no responde a un acertado conocimiento del desarrollo histórico, social y cultural de nuestro país vecino.
Es por ello que para no alargar mucho esta primera entrada, vamos a ir al grano (para no cansar al lector).

Berengario afirma tajantemente en su entrada: “..Anderson, Désaguliers y compañía jamás habrían aceptado a un ateo en la logia”.

Para refutar esta visión del melancólico Hermano, nos ceñiremos momentáneamente en dos autores referenciales en el conocimiento de la masonería del XVIII, tanto europea - continental, como británica, cuyos análisis masonológicos no tienen desperdicio.

Así el Profesor Charles Porset (ya en el Oriente Eterno), nos advertía en uno de sus trabajos:

”Se ha tomado el pretexto de la exclusión del ateo estúpido para decir que la orden rechazaba a los no creyentes y que la masonería era cristiana. Es inexacto, porque la expresión " Stupid Athéist” está prestada de un pastor presbiteriano, John Weemse, contemporáneo de Anderson y Désaguliers, que en su obra A Treatise of the Horno Degenerate sonnes viz (sic = with) the Atheist, the Idolater, the Magicians and the Jews (London, Thomás Cotes, 1636), distingue cuatro categorías de ateos: aquel que niega a Dios («denying God»); el que duda de su existencia («disputing Atheist») el cree sólo en lo que le aportan sus sentidos (" Physicall Atheist") y finalmente al ateo estúpido que es impermeable a las luces de la razón; en realidad tal ateo no existe; hace las veces de espantapájaros en su exposición andersoniana – de soporte para poder moldear al gusto-. Designando sólo ése de una manera totalmente retórica, Anderson-Désaguliers no excluyen las tres otras categorías de ateos – lo que concuerda perfectamente con el espíritu latitudinario de la masonería”.

También nuestro Querido Hermano Patrick Négrier, reputado especialista en historiografía y pensamiento filosófico masónico, nos habla sobre el punto de vista personal de Désaguliers acerca de “entender bien el Arte”, aunque para nada se impone la creencia revelada como previa conditio sine qua non para formar parte de la Orden: basta simplemente leer “desapasionadamente” y de forma correcta el redactado de los Deberes de las Constituciones de Anderson, por lo que para finalizar esta entrada por hoy, les propongo la atenta lectura de este fascinante análisis de Patrick Négrier, texto como respuesta, mostrando su desacuerdo con la publicación de Roger Dachez, aparecida en su espacio “Pierres Vivantes” el domingo 4 de enero de 2015,y que nos permite aportar más y desarrollar aún mejor la esencia y visión conceptual de la Gran Logia de Londres que, para quien esté interesado en ello, podrá profundizar in extenso, a través de las investigaciones y reflexiones publicadas en el libro del H. Négrier titulado “Art Royal et Régularité dans la tradition de 1723-1730”:

Querido Roger Dachez,

Tu análisis de las Constituciones de 1723 es totalmente falso. Eres víctima de una deformación profesional como historiador. Si hubieras hecho, como yo, estudios de filosofía (tengo una licence en filosofía de la Sorbonne - París IV) habrías obtenido cero puntos en el análisis del texto. En lugar de entender lo que dice el texto, tratarías de hacer hablar el contexto histórico de entonces de manera parcial (Serge Hutin ha demostrado en su “Disciples anglais” de Jacob Boehme que había en Londrés en el XVIIº siglo decenas y decenas de Denominaciones diferentes, para quienes eran, como decía el filósofo Kolakowski, Cristianos sin Iglesia).

Primeramente, no fue Anderson quien redactó el capítulo I de los Deberes de 1723 sobre la religión, sino Désaguliers (lo mostré en “Art royal et regularité” que la misma fórmula estilística se encuentra en los Deberes I de 1723 y en una carta de Désaguliers a Chamberlayne; Désaguliers era doctor en derecho y era de él de quien provenía la redacción, pero no la concepción, del texto de derecho que constituían los Deberes I).

Segundo error: tú presentas les Deberes I como la expresión de ideas de su redactor, lo cual es falso: Désaguliers no ha explicado sus ideas personales en los Deberes I de 1723 sino las ideas que habían sido concebidas y elaboradas y probablemente votadas por la Gran Logia de Londres de entonces.

Tercer error: no tomas en cuenta que el texto admitido, reconocía la eventualidad (el texto ingles dice if (1)…) de que un masón no comprendiera correctamente el arte (sobreentendido el arte de la memoria que era la simbólica del rito del Mot de Maçon (2) que era de inspiración bíblica), en cual caso (y es la eventualidad reconocida por la GL de Londres) este masón incomprensivo del arte será un ateo teórico o un libertino (en el siglo XVIII un libertino designa a un deísta: un deísta cree en la existencia de un Dios creador y en la inmortalidad del alma; Descartes había escrito un tratado de deísmo que es una religión de la razón pura en la especie de sus Meditaciones metafísicas; y fue refutado punto por punto por Kant que en su Crítica de la razón pura mostró que la religión de la razón pura que es deísmo o libertninismo religioso es imposible). Para resumir los Deberes I de Désaguliers, admitiendo la eventualidad de que un masón no comprenda correctamente el arte (simbolismo bíblico del rito del Mot de maçon), aceptaba con ello de hecho la presencia de ateos teóricos y de deístas (libertinos) en logia. Ultimo punto: los Deberes I de Désaguliers proponen como posición religiosa común a todos los masones de la GL no una ortodoxia (denominación o confesión) sino una ortopráxis: “ser hombres buenos y verídicos, hombres de honor y honestos”, ortopraxis que no es una doxa (opinión), sino una práxis (práctica): y esta práctica se denomina religión natural, por otra parte, claramente descrita por Pablo de Tarso en Romanos 2,14-15. En resumen los Deberes I de las Constituciones de 1723, que no explicaba las ideas del Pastor Anderson ni las ideas del cura anglicano Désagulliers, sino las ideas de la GL de Londres, admitían la eventualidad de que un masón no comprenda correctamente el arte y sea por ello un ateo teórico o un deísta (libertino), y propusieron como posición común, a todos los masones, no una ortodoxia, sino una ortopráxis: la religión natural (que es incompatible con el ateísmo práctico, pero compatible con el ateísmo teórico) y proponiendo como posición religiosa común a todos los masones no una ortodoxia, sino una ortopraxis que tan solo podría permitir la coexistencia pacífica en Logia de los masones poseedores de diversos doxas que son las denominaciones (entre los cuales la mayor parte no forman Iglesias como los discípulos de Jacob Boehme o los rosacrucianos o los platoniciences de Cambridge) y confesiones (fundamentos de las Iglesias), doxas que no podían ser sino causas de divisiones, la Gran Logia de Londres fue una de las primeras instituciones en llevar a cabo un sistema de laicidad, la GL de Londres no arbolando una doxa sino una praxis única religión universal capaz de unir los masones de cualquier opinión sea cual sea.

Y un último error que has cometido: reduces la “libertad de conciencia” de las Constituciones de Anderson (las que efectivamente fueron redactadas enteramente por Anderson) de 1738 a la libertad religiosa- Esto es un grave error ya que la libertad religiosa no es más que un aspecto entre otros de la libertad de conciencia. Como dice la expresión “libertad de conciencia”, la Constituciones de 1738 se inscribían en las bases de las Constituciones de 1723 y reconocían por tanto que un masón pueda ser un ateo teórico (pero no un ateo práctico) o un deísta (libertino) e incluso formar parte a una denominación o una confesión de su elección.

Si Anderson hubiera querido hablar de libertad religiosa, lo habría dicho textualmente. Esto no es lo que ha dicho: él habló de libertad de conciencia, subrayando con ello que un masón debe practicar una ortopráxis como los artículos de Noé pero que en conciencia es libre de adoptar la doxa (opinión) que quiera, artículos de Noé que confirman que en 1738 la posición común propuesta a los masones era efectivamente una ortopraxis y no una ortodoxia (eso es “libertad de conciencia”).

Siempre hay que preferir interpretar un texto a través de lo que dice antes que a través de lo que dice su contexto histórico.


Muy Fraternalmente

Patrick Négrier



Traducción autorizada por Patrick Négrier para la Unión Masónica Universal del Rito Moderno - UMURM y realizada por Olga Vallejo Rueda (Traductrice certifiée: Alliance Française de Quito, l’Équateur)

(1)   NdT: “Si” condicional en inglés.
(2)   Mason Word” o “Palabra del Masón”

 Espero que esta humilde primera entrada sirva, al menos, de soporte para meditación.

Joaquim Villalta, Vª Orden, Gr.·. 9, 33º
M.·. I.·.

23 marzo 2018

Tradición y Regularidad: puro sentido común

 
Según nuestros valores y principios fundamentales, la Orden Masónica Universal es Una.
Esta unidad podría llevarse a cabo armoniosamente si las instituciones masónicas de cada nación hicieran el esfuerzo de aliarse ellas mismas en una confederación.
La francmasonería, fragmentada hoy en día en una multitud de asociaciones más atentas a su propio desarrollo que a su propia misión basal que debieran representar, es parecida a un mecanismo que se satisface, incluso se glorifica, de su funcionamiento, sin preocuparse generalmente de producir aquello por lo que fue creada.

Las dos principales corrientes, pretendiendo reivindicar su particular legitimidad masónica, han generado más disensos, atomizaciones que aproximación en un derroche de egos que bien valdría reconsiderar con la simple  aplicación del sentido común y de una verdadera y sentida filantropía.

Su naturaleza, su objeto y acción

Conforme a sus orígenes, su naturaleza es iniciática y simbólica. En sus Talleres arbitra a todo Ser humano, sin distinción de raza, de condición social, sexo, sistemas políticos o religiosos. En su interior se obra en vista del perfeccionamiento moral y ético de sus miembros, permitiendo un mejor conocimiento de si mismo, de los otros y del universo. En el seno de la humanidad debería representar un ejemplo y un modelo de sabiduría, de fraternidad, de beneficencia, propia a la ley del amor.

Para finalizar esta entrada, donde simplemente se ha pretendido aplicar el más mínimo sentido común, terminaremos citando brevemente unos conceptos trascendentales, pero simples.

Regularidad

Se aplica, sin otra consideración, a la recepción por transmisión ritual de unos contenidos simbólicos en un espacio-tiempo en el cuadro de unos Ritos masónicos codificados e históricamente reconocidos como receptores de un legado positivamente transformador.

Libertad del Francmasón

Esta se circunscribe en el respeto a las obligaciones y compromisos libremente contraídos, que le genera un gustoso deber de amar y respetar las virtudes y combatir los vicios.

Ritos

Todos los trabajos masónicos se efectúan en el cuadro y el respeto de procedimientos ancestrales, en ocasiones. Ninguna eventual adaptación debe alterar la sustancia fundamental del Rito, siendo las instituciones practicantes garantes y curadoras del mismo. Es su responsabilidad.