Estimados Hermanos y Hermanas, en vuestros grados y cualidades.
Agradecer una vez más a este conjunto de Hermanos que sustentan la Academia Vº Imperio por su resiliencia, y como no, al Muy Venerable Hermano Belmiro Sousa, por su perseverancia frente a dicho equipo, que año tras año, nos brinda poder participar en este fórum, y van nueve años.
Una vez más me alegra volver a estar de nuevo entre ustedes, queridos Hermanos y Hermanas, eso sí lamentando las pérdidas que hemos tenido durante toda esta pandemia COVID.19, la cual nos ha tenido confinados, a tantos y tantos seres humanos, la cual además se ha llevado millares de vidas por delante, por tanto, mi más sentido pésame a todos aquellos que han perdido a un ser querido, y en especial quiero presentar mis condolencias a la fraternidad masónica por todas sus pérdidas, y las situaciones tan graves por las que hemos pasado y estamos pasando.
Introducción
Situados en el tema propuesto, indicar que el pasado año por estas mismas épocas reflexionábamos sobre qué Tipo de Masonería debíamos perseguir para un tiempo de pandemia.
Para tal ocasión expuse una ponencia acerca de una posible praxis: la filosofía masónica a modo de combate para tiempos revueltos, con la cual pensaba que pudiéramos afrontar los retos que nos ha ido presentando dicha pandemia.
No sé si mí reflexión fue acertada en cuanto al análisis y las propuestas finales, yo creo que sí, pero han de ser ustedes queridos Hermanos y Hermanas los que tienen que juzgar la prospectiva que puse encima de la mesa en noviembre del 2020. Lo cierto es que nunca tendremos mejor ocasión para analizar objetivamente lo escrito y planteado en estos foros, como ha sido mi caso, por tanto, creo que es una buena instrucción masónica analizar tales exposiciones, para comprobar su funcionalidad si es que la tuvo, y poder analizar de paso si a estos trabajos les damos la importancia debida, más allá de ser leídos y escuchados.
Exposición Ha pasado dos años desde que esta pandemia nos ha desnaturalizado como sociedad, con especial impacto sobre nuestra singular fraternidad masónica, en tanto que nos ha dejado varados en las salas de los pasos perdidos de nuestras logias, sin que hayamos recibido mucha socorro, más allá de las indicaciones obedienciales y logiales con respecto a las situaciones que se iban dando durante la pandemia y sus restricciones, aunque es verdad que frente a toda esta situación pandémica como miembros de esta fraternidad hemos desarrollado, cada uno en su cualidades y posibilidades un importante conjunto de actuaciones, amplias y diversas, y en ocasiones muy imaginativas, incluso en medio de un ambiente muy individualista y de desconfianza frente al otro, aun así como masones se actuó anteponiendo el acento en el bienestar común y empeñados en establecer las bases para el surgimiento de una ciudadanía resocializadora.
Como fraternidad hemos afrontado un terrible esfuerzo por salir airosos de esta situación sabiendo la angustia que produce la finitud de las cosas. Hemos estado en muchos frentes, tanto de tipo social como asistencial, nos hemos implicado incluso en el debate político sobre la merma y recorte de los derechos y libertades que como sociedad hemos conquistado, lo cual en ocasiones nos colocado en el filo de la navaja, y eso me trae al recuerdo los debates del Hermano Almeida dos Santos en las diferentes conexiones, entre otros, aunque es verdad y hay que decirlo alto y claro, no todas las estructuras masónicas lo han percibido, ni debatido y combatido e implicado de igual forma, ni han estado a la altura de las circunstancias. Ese será una reflexión que cada cual deberá afrontar.
Ha habido posiciones para todos los gustos, colores y orientaciones, lo cual ha dejado entrever las desigualdades, las convergencias y divergencias existentes lo que ha dejado de manifiesto que aún queda un largo camino que resta por recorrer para lograr la fraternidad universal de los hombres y mujeres que perseguimos como tales masones.
Análisis Es posible afirmar a tenor de lo visto hasta ahora que «el discurso de las instituciones internacionales, gobierno y medios de comunicación, consistió en una alerta de pandemia que causó miedo, y cuya función fue generar una protección en lo biológico, y una sana respuesta respecto a las emociones. Lo que también parece claro es que, entre las medidas tomadas, como el confinamiento —con diferencias entre los distintos países— le ha seguido un discurso único, una directriz que, además de las razones sanitarias, ha implicado también razones políticas».”
[1] Lo cual nos debiera invitar a todos, pero en especial a los masones, a la reflexión crítica sobre lo acontecido.
En ese sentido sabemos que el esfuerzo realizado fue intenso, aunque en clave masónica al menos tenemos la certeza de que la respuesta amplia e importante, aunque también puso de manifiesto la incapacidad de muchas organizaciones (sociales, políticas y masónicas) en dar respuesta y amparo a la amplia gama de necesidades de sus respectivos miembros, quedando demostrado lo endebles que podemos ser como sociedad.
Es más, se tendió pasados los primeros momentos a crear un marco socializante, lo que ha venido en llamar Vidas apantalladas, o sea el desarrollo de una profilaxis de la comunicación, «la realización del sueño de la conexión sin contagio, como la Gracia o la Caridad en la teología cristiana, lo digital corrió por nuestras venas de fibra de vidrio a través de la nueva vida apantallada sin aparente falta original. Sin embargo, detrás de la pantalla que nos salvó, se añora el paraíso perdido del cuerpo que, ante la nueva expresión sonora y visual lumínica, puede sufrir para adaptarse. Después del hechizo inicial por su expresión digital se va confrontando una especie de sustitución sensorial, la del estar conectados y sin contacto, juntos, pero sin los sudores, ni los olores, ni los roces, recordando la corporalidad de un paraíso perdido».
[2] Es cierto que hubo un primer gran impulso en clave virtual una vez nuestras logias fueron cerradas por los requerimientos sanitarios de la Covid-19, y por mor de estas circunstancias nos convertimos de la noche a la mañana en una fraternidad virtual gracias a las plataformas digitales, por lo cual nos terminaron denominando la fraternidad del zoom, como a otras tantas
Y por tanto, en un abrir y cerrar de ojos, nos convertimos en una apantallada fraternitas universal, en la cual podemos decir que nos faltó tiempo para acudir a todas las llamadas, a todas las invitaciones virtuales que nos fueron lloviendo de un lado y de otro, haciendo plausible, después de largo tiempo, el poder continuar en ese intercambio de ideas en pro de una perseguida y ansiada fraternidad universal, aun bajo ese modelo de comportamiento apantallado.
Pero llegó el momento en que, tras ese grandísimo esfuerzo nos hemos parado en seco, intuyo que hemos quedado exhaustos, sin fuerzas, sin ideas y sin apenas recursos, la persistencia de la crisis pese a nuestra resiliencia nos ha venido afectando de una forma inexorable, y cuando no hay un proyecto nacido de un análisis prospectivo los esfuerzos tienden con el tiempo a decaer, yo mismo lo he sufrido al igual que muchos de vosotros, y hemos pasado de no tener hueco en la agenda para acudir a más y más actos masónicos o paramasónicos, todos ellos de carácter virtual, a quedar varados a modo de náufragos solitarios .
Es más, tal y como siempre os propongo, podemos realizar la prueba del algodón realizando una búsqueda en el Google, colocando para ello los términos como: masonería y post pandemia, y veréis cual es el resultado. Mi hallazgo dado los algoritmos de mis búsquedas, es que parece que el mundo masónico se ha quedado varado en los comienzos del año 2020.
Es como si la masonería hubiera desaparecido con la eclosión del volcán pandémico del Covid-19, desde luego podemos analizar las consecuencias de todo este pandemónium, en lo cual en nada parecen habernos ayudados referentes intelectuales de la masonería al uso, digamos que los únicos textos que he leído sobre tal cuestión ha sido un libro de los Hermanos Alain Bauer y Roger Dachez que nos han entregado un relato pormenorizado sobre la Covid- 19 con apreciaciones muy tangenciales sobre la masonería, y el cual se publicó apenas comenzado el 2020, y titulado: Comment vivre au temps du coronavirus: Un manuel pour comprendre et résister.
También en clave francófona, otro Hermano ligado al Grand Oriente de France (GOdF) y al Rito Francés, como es Gerard Chomier, nos dejó otro pequeño texto, que podría ser interesante en estos momentos dado su título: Covid 19, ¿et après? Aunque creo que dicho autor se pierde en las divagaciones filosóficas que realiza, y su librito es más una aproximación que otra cosa.
Diagnostico Para tener algo de perspectiva y prospectiva en la cuestión que nos concierne, cuya acción se echa de menos en el paralizado mundo europeo, hay que ir a los ámbitos iberoamericanos en los cuales se ha dado una intensa profundización sobre el Covid-19 y su impacto en cuanto a las situaciones y estadios creados, en especial una reflexión orientada sobre las repercusiones económicas, sociales, y en concreto y sobremanera sobre las percepciones y los imaginarios que se han dado y creado en el seno de nuestra sociedad pandémica y post pandemia.
De este modo contamos con un excelente trabajo monográfico publicado en la revista Imaginación o Barbarie,
[3] titulado: Coronavirus y nuevos esquemas de Sentido. A este trabajo de reflexión hay que adjuntar otro texto proveniente del Centro de Investigaciones en Mediatizaciones de México: Conversaciones en Pandemia.
[4] Está claro que podemos hacer muchos análisis y que las conclusiones pueden ser varias y variadas, pues esta pandemia afectó a muchos sectores y a muchos niveles, y algunos de ellos nos han afectado de forma importante, como expone una tesis de investigación sobre La significación intelectual de la pandemia de Covid-19. Codificaciones sagradas y profanas, desarrollada por Nelson Arteaga Botello y Luz Angela Cardona Acuña.
Las conclusiones primarias ante dichos análisis sobre la Covid 19, al menos en clave política el imaginario es que los liberales trataron de adelgazar al Estado, por su parte la izquierda buscó sustituir el mercado por el Estado, mientras que los conservadores intentaron regularlo a través del Estado, o sea un desarrollo clásico y poco imaginativo., lo cual se vio en el tema del desarrollo e implantación de las vacunas.
«En dicho tiempo y de forma paralela se ha venido consolidando un posicionamiento cripto-normativo -donde las visiones distópicas del mundo han funcionado como marco normativo- sobre el Mercado y el Estado -particularmente de inspiración foucaultiana-
[5] en tanto que se ha dado la privación de derechos y hasta un aniquilación de identidades, lo cual ha dejado expuesta una mercantilizan de la vida humana que sujeta a ésta a rutinas de vigilancia biopolítica y necro política, es decir, a la imposición de mecanismos estrictos de gestión de la vida y la muerte».
[6] Todos estos desarrollos vienen a indicarnos varias cuestiones acerca de lo sagrado y lo profano, que en esta pandemia no han sido otra cosa que el Mercado y el Estado, que algunos autores enmarcan «en un conjunto de teodiceas, religiosa y laicas, en torno a la pandemia del Covid-19. Proporcionando narrativas sobre el mal y el bien en la sociedad, así como su destino.
[7] Ante lo cual hemos de partir de una fuerte premisa existencial: hemos de vivir, pues esta crisis ha llegado para quedarse, pero con un axioma que la pandemia nos ha dejado muy nítida, que hemos de acepta la finitud de las cosas, digamos que la cuestión pandémica es el símbolo del fin del optimismo en el progresismo moderno,
[8] por eso es importante recobrar la importancia de los límites, puesto que si reconocemos nuestra «reacción» estamos dejando ver la expresión más genuina de nuestra filosofía, la progresividad, de la que tanto nos servimos desde la tradición a modo de un enraizamiento dinámico de la fuerza comprendida como el vitriol alquímico utilizado a modo metáfora en el campo masónico, o sea Visita Interiora Terrae Rectificando Invenies Ocultum Lapidem (Visita el interior de la tierra, y rectificando encontrarás la piedra oculta que es la verdadera medicina) , aquí lo que nos interesa es ese rectificando, el cual nos ha de servir abandonar una solidaridad mecánica de las élites y los altos organismos, a la articulación de una fraternidad orgánica que proceda esa fuerza de la que hablado. O sea, de la rectificación de nuestras posturas, y preguntarse, tal y cómo lo hacemos en logia. ¿Están Contentos y satisfechos los obreros…?
Antes de contestar hemos de saber que la pandemia desató tres grandes narrativas en las cuales nos hemos ido implicando para encontrar sentido a esta situación. La primera de estas consideraciones es que se considera que el capitalismo neoliberal es su principal causante, al tiempo que esta última propicia el establecimiento de formas autoritarias de control político y protección del modelo neoliberal: el Estado biopolítico, necro político y los estados de excepción.
[9] La segunda narrativa coincide en la lectura de que el neoliberalismo está detrás de la pandemia, pero disiente sobre sus efectos; y por tanto abre la posibilidad para un cambio impulsado por la efervescencia de formas de organización y solidaridad colectivas diferentes a lo establecido.
La tercera narrativa viene a subrayar que la globalización neoliberal está detrás de la pandemia, pero que sólo el Estado es capaz de hacerle frente a dos grandes cuestiones: sobre el riesgo, la distopía, el pesimismo y el temor; el otro, relativo a la oportunidad, la utopía, el optimismo, la esperanza
La comprensión presente y los retos del futuro Más allá de las perspectivas e interpretaciones y prospectivas varias, hemos de preguntarnos sobre sí estamos satisfechos como obreros de la fraternidad masónica con esta situación de crisis que se nos viene prefigurando desde hace tiempo, tanto en lo social como en lo masónico, y cuya respuesta nos ha de resultar complicada de obtener pues no dejamos de estar en un mundo en el cual, hoy por hoy, resulta difícil enfrentarse a cuestiones tan complejas y transversales como las que vivimos, y más cuando estamos sumidos en nuestras propias dudas y contradicciones y en medio de un complejo magma mediático que intenta imponernos unas plausibles respuestas.
Me pregunto ¿podemos estar satisfechos ante una nueva era donde no solo se estimulan y persuaden ciertas conductas, con la intención de conducirlas a resultados rentables dentro del sistema liberal en el que estamos imbuidos? Eso sí, con una salvedad, y es que ahora se moldean nuestros comportamientos y conductas sin que seamos conscientes de ello, y la pandemia en ese sentido hay quien la ha entendido como un experimento social a gran escala, el cual no se puede negar que en muchos casos se ha movido, sobre manera, mediante un complejo sistema cibernético.
Atrás empieza a quedar la automatización de la información para la gente, al estadio actual que es muy distinto, ya que trata de automatizar a la gente, digamos que hemos pasado a ser «los objetos de una operación tecnológicamente avanzada de extracción de materia prima a la que resulta cada vez más difícil escapar»
[10], digamos que los clientes son las empresas que comercian con los comportamientos dentro de los mercados organizados. Así que querámoslo o no, estamos encadenados a ese estadio de situación que ha quedado patentizado tras la pandemia.
Ante lo cual queda por responder a la cuestión vital de sí como masones estamos satisfechos con este modelo en el cual nuestras propias organizaciones y nosotros mismos como miembros de ellas hemos colaborado activamente en implantar el llamado apantallamiento social, o sea en crear un status quo, donde todo sucede detrás de la pantalla: el móvil, la tablet, el ordenador, en suma, la virtualidad en estado puro.
La respuesta es que no podemos estar satisfechos, y por tanto, es necesario hacer un esfuerzo y reflexionar sobre dichos modelos y comportamientos y analizar qué papel hemos jugado hasta ahora, aunque entiendo la respuesta sea parcial, puesto que carecemos de referencias anteriores pues nuestras referencias hasta hace dos años eran otras, por tanto es lógico que aquello que no tiene precedentes nos resulte difícilmente identificable, por lo cual «necesitamos observar y analizar con nuevos ojos la profundidad de los fenómenos, y también hallar nuevos nombres con los que designarlos, si queremos llegar a captar y comprender lo que no tiene precedentes como preludio imprescindible de cualquier forma eficaz de rebatirlo».
[11] A la luz de estas reflexiones se podría pensar que lo que ocurrido durante toda esta pandemia del 2019 al 2021, no ha sido un problema tecnológico, que lo ha sido, y ha sido la pieza clave de muchos debates, así como la cuestión no solo de la intencionalidad sino también del empleo que ha producido en la gestión de la pandemia en pro de alcanzar la vieja utopía autoritaria de lograr un mayor control social y político de la sociedad.
Por cuya razón es importante como masones, que participemos en el aquelarre de pensar y repensar desde la duda con la debida tolerancia sobre todas estas cuestiones que nos han sobrevenido con la pandemia de Covid -19: el virus, el confinamiento, las medidas sanitarias, los recortes y limitación de derechos, la crisis económica, lo cual, ha puesto de manifiesto el autoritarismo político, lo que nos obliga a reflexionar aún más sobre cuestiones tan básicas como: ¿A quién ha beneficiado esta pandemia? Aunque ya hay indicadores que apuntan a que los ricos se han vuelto más ricos y las clases medias se han vuelto más pobres, y los pobres han pasado a ser directamente la gran tarta del lumpen proletario, y eso en las sociedades avanzadas, por lo que cabe preguntarse ¿Qué no estará sucediendo en otras latitudes?
Sobre todo debiéramos repensar ¿Para qué nos está sirviendo dicha pandemia?, en un mundo además como en el que vivimos que está estrujado por imperante « capitalismo del desastre, de cuanto peor mejor, más oportunidades, un sistema del caos donde la vigilancia y el control está siendo un factor estratégico, ante una supremacía financiera montada sobre el tecno-globalismo, con una superestructura tecno-digital y un big data que facilitan el anonimato y el manejo de conductas y comportamientos sociales mediante la inteligencia artificial y el transhumanismo».
[12] Ante dichas cuestiones debemos reflexionar muy profundamente como sociabilidad masónica, pero reaprendiendo y proyectando, a la vez remarcamos nuestro mensaje desde «una masonería del ser y estar y no desde las apariencias, y por supuesto más intelectual que formal».
[13] En ese mismo sentido Michel Maffesoli en su libro Le Trésor caché. Lettre ouverte aux franc-maçons… nos ha dejado algunas pautas, al igual que otros autores: «frente a las narrativas utópicas esperanzadoras, optimistas, que dibujan futuros más justos, cercanos, humanos, hay que pensar con calma y reprogramarse. Hay que pensar también si es posible unir proyectos, buscar equilibrios, encontrar el camino medio, anhelado y deseable. No creer que tenemos la razón. Escuchar a la vida y cómo ésta conspira para crear más vida. Estar pendiente del otro y de la otra, quienes no son enemigos por tener una opinión contraria a la nuestra o por ser fuentes de contagio viral; son seres humanos, como tú y como yo; confundidos, desolados, ilusionados, vivos».
[14] Lo que aquí nos interesa, al menos como francmasones tal y como nos indica Philippe Guglielmi,
[15]es reencontrar la manera de «escucharnos para reflexionar internamente y proyectar un futuro para la humanidad haciendo del debate intenso un combate de las ideas, donde la tolerancia frente a las diferentes teorías, enfoques, opiniones, debe imponerse en un momento convulso y crítico de la historia de la humanidad como este», huyendo de los mimetismos sociales catastrofistas y las sociedades iluministas, debemos caminar hacia un cambio de sistema y de las formas de vida societales, al menos tal y como hasta hoy las hemos entendido; recuperando valores que se consideren coherentes y éticos, y sobre todo alejados del proteccionismo y control y el apantallamiento social por lo que debemos abrirnos nuestra fraternidad no puede estar sujeta a un metro y medio de distancia, en besar mascarillas o vivir tras una pantalla protectora de por vida.
Se dice que el cambio de paradigma pasa por escuchar todas las voces, atender a las distintas miradas y las diversas lecturas sobre la pandemia, analizando profundamente sobre la cuestión acerca de cómo estábamos viviendo. Lo que nos obliga al ejercicio de escucharnos y dialogar, evidentemente sin excluir otras perspectivas porque todo el mundo aporta algo en pos de un bienestar social, pero ha de ser necesariamente realizado con respeto y comprensión, partiendo de las diferencias y los distintos bagajes culturales, políticos y sociales
Quedan claros, entonces nuestros retos más apremiantes ante una fraternidad masónica convulsionada, perpleja y hasta cierto punto paralizada, esas asignaturas son tres: Recuperarnos, Reencontrarnos y Redefinirnos.
Debemos Recuperarnos. De los modos y las formas desencadenados por la pandemia, no podemos seguir escondidos tras el clásico apantallamiento virtual que ha cumplido su papel durante las prohibiciones de nuestros trabajos masónico por la cuestión pandémica, y por esa razón esto no puede pasar a formar parte de nuestra realidad ritual saliendo de la opacidad.
En la medida que se pueda se deberán buscar fórmulas de recuperación de todos aquellos Hermanos/as que por una razón u otra se han alejado de los trabajos logiales y obedienciales, de lo contrario terminaremos cerrando nuestros talleres por falta de obreros. Es una tarea imprescindible que se debe llevar a cabo dado el decaimiento en el número de miembros, y habrá que analizar los factores que ha provocado tal caída.
Es necesario recuperar el hueco que hemos dejado como tal sociabilidad reflexión y acción, no debemos dejar nuestro combate de lado , debemos seguir imponiendo de nuevo nuestro mejor hacer como garantes de la democracia, pues como anteriormente he comentado, nuestro papel en la sociedad ha dejado de tener presencia mediática sobre todo a partir del 2020, y ese reto es algo no debe quedar en el olvido, es preciso recuperar nuestro papel y rol social, y sobre todo en una sociedad tan mediatizada como esta.
Es necesario por tanto Reencontrarnos en el ser y estar masónico en los espacios que nos son conocidos y que nos ayudan a entendernos y comprender nuestro papel en la logia y en la sociedad, por tanto, es necesario más que nunca el reforzamiento del estudio y la reflexión, abriendo nuevos puentes para el debate, interno y externo, y debemos abordar ese esfuerzo sobre manera trabajando en la exteriorización, implicándonos en ella de forma activa.
Y por supuesto es importante Redefinirnos es la tarea que nos compete en este desdibujado espacio que nos ha dejado como extrañados en el seno de la sociedad actual, lo que nos exige que debemos tras este parón, redefinir nuestro papel de cara a poder ser útiles a la sociedad desde los valores que encarnamos de Libertad, Igualdad y Fraternidad.
Y aquí lo dejo, pues no se trata de exponer un amplio catálogo de iniciativas, sino que estas deben venir desde la profundización interna y como respuesta a nuestras inquietudes y necesidades, teniendo como marco la tolerancia y el consenso, como marco de respeto mutuo.
Víctor Guerra, Vª Orden, Gr.·. 9