Lo más remarcable es el
rectángulo con su diagonal, ya que corresponde a numerosas representaciones de
obreros constructores de la Edad Media e indica simbólicamente lo que fue
considerado durante largo tiempo como el principal “secreto de oficio” de los
Maestros Masones. Después, este secreto fue, por supuesto, descubierto y
revelado. Ya lo mostró el arquitecto Villard de Honnecourt puesto que se
encuentran dos dibujos sobre este tema en la plancha 38 de su famoso Cuaderno (Fig. 5).
Uno de estos dibujos
tiene por comentario:
-
Por este medio se
hace un claustro igual a su patio, es decir que la superficie del cuadrado
central es igual a la superficie del corredor que lo rodea.
-
Por este medio se
hace una piedra para que las dos mitades sean iguales, ya que como no se trata
de partir una piedra en dos, por este procedimiento puede dividirse un cuadrado
para obtener otro que sea igual a su mitad.
Indicándonos por estos dos
dibujos esquemáticos como puede efectuarse todo esto con la ayuda de las
Diagonales de un cuadrado.
Estas mismas recetas
fueron retomadas dos siglos más tarde por un arquitecto alemán de nombre Roriczrer (o Poriczer) en una obra
imprimida en Ratisbona en 1486 de título “El
libro de la construcción exacta de los pináculos”. Roriczer explica como
diseñar correctamente un pináculo partiendo del plano. Construye un primer
cuadrado y luego dentro de éste, otro cuadrado siguiendo el método empleado por
Villard de Honnecourt. Luego recoloca el segundo cuadrado así diseñado para que
encaje en el sentido del primero, y así sucesivamente, eleva poco a poco su
pináculo, siendo cada nivel igual a la mitad del precedente. Además nos comenta
de la forma más ingenua del mundo que nos revela de este modo el “secreto de
los masones”, ya que se trata en realidad de un método simple para efectuar la
elevación desde un plano, secreto técnico de los Maestros Arquitectos durante
largo tiempo guardado cuidadosamente.
Puesto que todo ello se
obtiene simplemente a partir del conocimiento de las particularidades y
propiedades de la Diagonal, ésta fue glorificada y tenida por un secreto
iniciático tanto por los operativos como por los primeros especulativos que la
importaron.
Aún hoy la encontramos en
la Joya del Pasado Venerable Maestro bajo la forma del teorema de Pitágoras: “en un triángulo rectángulo, el cuadrado de
la hipotenusa –aquí podríamos decir el cuadrado de la diagonal- es iguala la suma de los cuadrados de los
dos otros lados”. Este mismo teorema se inscribe entre los dos personajes
principales del frontispicio de la primera edición de las Constituciones
Masónicas de 1723 para simbolizar, tal vez, “el gran secreto del Arte Real”.
Fig. 6.
Puede leerse debajo el
famoso “Eureka” de Arquímedes, lo que coloca a estas Constituciones bajo los auspicios de dos grandes matemáticos y
filósofos de la antigüedad: Arquímedes, el ingeniero matemático, y Pitágoras,
el filósofo de la armonía de los números: ¡no es posible hacerlo mejor!
La diagonal simbólica
estaba por tanto a veces indicada sobre la cara superior de la Piedra Cúbica,
partiendo la superficie en negro y blanco para hacerla más remarcable, como en
el ejemplo antes expuesto.
Seguidamente, mal dibujada
e incomprendida, se convirtió progresivamente en una Piedra Cúbica más o menos
“en Punta”.
Antes de concluir
prestemos atención nuevamente a la denominada “Piedra Diamante”:
-
Tomemos un cubo
(o si se prefiere una piedra cúbica) y marquemos los centros de cada cara (en
la intersección de las diagonales de cada cuadrado). Después unamos con una
línea los seis puntos así determinados. En el interior del cubo obtenemos un
octaedro teniendo la forma de dos pirámides opuestas, el cual parece tener la
forma de un “diamante” en el corazón de una Piedra Cúbica. Fig. 7.
-
Tomando otra
consideración al respecto del Hermano H. M., los Maestros Masones operativos
practicaban un símbolo particularmente rico. Se trata del Punto Central, el
centro, que ellos identificaban con el Centro del Universo, o sea, el Principio
Divino, y del mismo modo el centro del Hombre, ese Centro que hay que encontrar
con exactitud para que todo edificio esté equilibrado y en armonía. Respecto a
esto, un dicho operativo a franqueado los siglos. De origen alemán dice así:
El punto que está en el círculo –que está
en el cuadrado- y que está en el triángulo. Tú conoces este punto, entonces
todo va bien. Si no lo conoces, entonces todo es vano. (de “Estudios sobre las marcas de los talladores de
Piedra”. Franz Rziha – Guy Trédaniel. 1883/1993, pag. 56)
Así,
según H. M., en aplicación operativa del famoso principio “lo que es arriba es
abajo”, para atraer la atención sobre el centro de la Piedra Cúbica que
nuestros ojos no pueden ver, evidentemente, basta poner arriba de esta Piedra
la figura geométrica que una vez “invertida” lo mostrará. Ahí el pyramidion
cuyo punto culminante una vez invertido indicará el centro del cubo.
Centro o “Diamante
central”, llegamos al mismo resultado al parecer. Fig. 8.
Para concluir, insistamos
sobre el hecho que es lógico que el Compañero que trabaja sobre la Piedra
Cúbica en Punta, una vez llegado a Maestro, deberá continuar buscando el
“Centro”, tarea para toda la vida.
Poco importa que la Piedra
Cúbica en Punta sea el resultado de una “mala interpretación de su dibujo”.
Ésta conserva todo su valor simbólico puesto que indica por su forma que el
masón no es solamente un elemento para integrar en una Gran Obra, sino que debe
también esforzarse en rectificar su piedra para intentar hacerse un “Diamante”.