EL ESCOCISMO Y LAS ORDENES DE SABIDURÍA. UNA APROXIMACIÓN
Como parte de mi trabajo sobre
el origen y desarrollo de las Ordenes de Sabiduría del llamado Rito Moderno o
Francés, he tenido que entrar en el fondo ritual que aporta el Arca de la Vª
Orden que nos ofrece la oportunidad de examinar 81 rituales correspondientes a otros grados de muy diversa concepción
místico- ritual y practicados por distintos organismos y personalidades del
mundo masónico del siglo XVIII de Francia.
El trabajo no ha hecho nada más
que empezar, y de esos primeros comienzos esta reflexión.
Sobre el llamado escocismo
del siglo XVIII.
Además, en una en Gran Bretaña,
donde la lucha político-religiosa entre protestantes del partido Hannover, en
el poder desde 1688, y católicos escoceses del partido Stuart, fueron un hecho,
y no menor fue su empeño en hacerse por la fuerza de las armas con el gobierno
de Inglaterra. Por no hablar de la presencia e influencia en todo este
embrollo tanto de irlandeses como de los propios escoceses, aunque estos último
tuvieran menos pito que tocar.
En este contexto no se puede
obviar la omnipresencia de un agente de la diplomacia secreta de los Estuardos
en el exilio, como es la figura del caballero Ramsay,[1] al cual la historiografía
masónica ha señalado como punto de partida de la autodenominada corriente
escocista que fue tomando impulso a partir de la publicación de sus Discursos
en 1736 dictados por el propio Ramsay ante una asamblea de la Gran Logia de
Francia, y cuya filosofía puede encontrase también en su novela Les voyages
de Cirus.[2]
Ya lo había comentado en su
momento Paul Valéry «las palabras pierden su sentido y su mesura, al igual que
aumentan su valor».
Y por eso, otros autores cuando
intenta explicar la cuestión rápidamente la anexionan al Rito Escocés Antiguo y
Aceptado (REAA), y de ello tenemos un claro ejemplo en la página web del Vocabulario
Masónico, del Museo Virtual de la Historia de la Masonería, donde se expone
sin ambages, que se trata de la «Francmasonería de los Altos Grados inspirada
en la tradición caballeresca».
Pero incluso algunas estructuras
masónicas alineadas bajo la bandería de sello escocista se quedan tan anchas
con explicaciones de esta naturaleza: «el Escocismo es una filosofía práctica,
o al menos practicable. En consecuencia, cabría referirse a nuestro Rito como
una filosofía-social positivizable, antecedente histórico de las llamadas
ciencias sociales, que supera y trasciende a las viejas dicotomías
escolásticas».[3]
No debiera sorprendernos estas
cuestiones pues lo exponía no hace mucho el historiador especialista en dicho
período, André Kervella: «El término Escocia es un hecho y cuyo término
es omnipresente en la Masonería, está en el nombre de sus rituales (Rito
Escocés Antiguo y Aceptado, Rito Escocés Rectificado) y también en muchos de
sus grados (Maestro Escocés, etc., pero los masones nunca han tenido claro los
orígenes y las características de esta cepa del siglo XVIII, y claro ¿Sí no
sabes de dónde vienes, ¡es difícil definir quién eres!?
La Wikipedia, en este caso, la
francesa, expone que el término escocismo «designa la práctica de los
diversos Altos Grados masónicos que aparecieron en la masonería
francesa mediados del siglo XVIII, y será en 1743, trece años después
de la aparición del Prichard, y que venía a condenar por parte de la primera
Gran Logia de Francia cuando se teste la primera mención de tal apelativo al
reprender un cierto esnobismo, en tanto que Habiendo aprendido recientemente
que algunos hermanos se presentan bajo el título de Maestro Escocés y
reclaman, en ciertas logias, derechos y privilegios...» unos años más tarde
lorecoge la divulgación L'ordre des francs-maçons trahi».
Irene Mainguy reseña que autores
como Piovesan o Donzac, prefieren utilizar otras acepciones para poder hablar
sin limitaciones ni trampas, sobre rituales y sistemas de nuevo cuño.
De esa misma opinión es Pierre
Mollier, otro notorio masón que expone ante el término Ecossais, lo
siguiente «A este término se le atribuyen en la masonería múltiples acepciones,
pero siempre bajo un halo de prestigio y misterio. Los masones incluso acuñaron
el igualmente esquivo neologismo "escocés" cuando se intenta
encajarlo en una definición más precisa. Primero debemos olvidar el sentido
común: de Escocia. El calificativo escocés aplicado a ciertos
grados o ritos masónicos no implica directamente un origen geográfico. A menudo
se ha dicho, con alguna razón, que las filas "escocesas" eran
típicamente francesas. Para tratar de captar lo que engloba el término escocés
en la masonería, primero es necesario recordar los sucesivos significados que
la palabra pudo haber tenido en las logias.
En 1744, en la divulgación L'
Ordre des Francs-Maçons Trahi..., el Abbé Pérau confió: «No ignoro que hay
un vago rumor entre los francmasones, acerca de cierta orden que ellos llaman
los escoceses, superior a lo que se pretende, a los masones ordinarios y que
tienen sus ceremonias y sus secretos aparte». Parece haber habido desde el
principio, varias escuelas en cuanto a las ceremonias y secretos particulares
de los escoceses.
Así, en París, el misterioso
grado del Abbé Pérau, y quien inicialmente fue condenado por la Gran Logia de
Francia en 1743 es, con toda probabilidad, el que conocemos con el nombre de
Escocés de los 3 JJJ, todavía llamado Ecossais de París o Ecossais de Clermont.
Serie que parece haber practicado originalmente otro tipo de grado escocés llamado " de la Voute", ya desde muy temprano presentado como Masonería de Perfección, este "Ecossais de Perfection", versión francesa del Royal-Arch británico, retoma un tema clásico del esoterismo judeocristiano. Revela la existencia de una palabra perdida, el verdadero nombre de Dios, preciosamente conservado en una bóveda secreta escondida bajo el Templo de Salomón.
Estos grados de escocistas siempre han tenido gran importancia en la masonería de los Altos Grados.
Por extensión, desde mediados del
siglo XVIII, los términos escocés o escocismo se convierten en
sinónimos de altos grados, independientemente del sistema en cuestión. Este
significado es probablemente el más legítimo, en todo caso el más lógico. A
principios del siglo XIX, cuando el Gran Capítulo General de Francia,
establecido como cámara suprema del Rito Francés, debía enfrentarse a la
idoneidad de un nuevo Rito que se llamaría "escocés", y reivindicaría
a gritos su "escocismo" y su perfecta regularidad escocesa.
Tal vez basada esa reivindicación
en los antiguos grados post-magistrales, estricto sensu, cuya presencia se
denota ya en 1730 con las primeras trazas de los «Scott Máster», de los cuales
ya se habla en Londres al referirse a un a tenida de los Scott Master Lodge «En
1735, en Bath (Somerset), en Bear Inn, doce hermanos fueron nombrados como
tal por la Logia No. 113. En 1736, todavía en Londres, en el Covent Garden, se
informó de una recepción en la logia francesa de St George of Observance.
nº 49. En 1740 se menciona en Londres a los Maestros
Escoceses (Lodge of Antiquity) antigua logia Goose and Gridiron ,
luego No. 1 , luego No. 2 ), en Bristol y
Salisbury».[5]
Toda esa molienda, no quepa la
menor duda, que viajó al Continente, aunque nos queda por definir las vías por
las cuales llegó a Francia, tal vez una buena parte llegara en los petates de
los masones jacobitas exiliados en Francia,
Entre 1745 y 1750 en tierras
francesa empieza a ser conocida la presencia de diversas estructuras masónicas
que aglutinan diversos desarrollos escoceses, por ejemplo, se tiene noticias de
una logia escocesa en Toulouse, que se cree practicaba el grado Escocés de las
JJJ 1760.
Luego tenemos en Marsella un cuerpo
masónico llamado la Mère Loge Ecossaise. Esta denominación manifiesta la
legitimidad que reclama la Logia Madre para todos los grados incluidos los
Altos Grados, de la cual se tiene noticia que practicaba un sistema de siete de
los grados más clásicos: Aprendiz, Compañero, Maestro, Maestro Perfecto,
Elegido, Escocés y Caballero de Oriente.
La Logia Madre Escocesa de Lyon de 1746, la Perfecta Logia Escocesa de Marsella (1749) La Gran Logia Escocesa de Rouen (1750), la Logia Concordia Escocesa de Tours (1745) la logia los Fieles Escoceses de Toulouse (1747) y ya en 1750 se registra la existencia de una logia de Escoceses Trinitarios que solicitan incorporarse a los trabajos de la Gran Logia Madre Escocesa de Burdeos. Algunas de estas grandes Logias Madre, tuvieron un importante grado de influencia en sus lugares de origen, tanto en lo masónico como en lo social, e incluso algunas de ellas contaron con el plus de la proyección de sus quehaceres masónicos por media Francia, incluida la capital parisina
A principios del siglo XIX, la
corriente masónica liderada por las Logias Madre Escocesas se fue fusionando,
con mejor o peor suerte, con el Rito Antiguo Aceptado, o sea se fusionó con la
versión francesa de la Masonería de los Antiguos en su arribada desde las
Antillas y los Estados Unidos, sobre manera a través de la molienda de los
masones provenientes de Santo Domingo.
Los usos "escocés"
y "Antiguo y Aceptado" se fusionaron finalmente en un nuevo rito que
dio como resultado en cuanto a la publicación de textos denominado: Guide
des Maçons Éscossais.
Texto de referencia para los
grados simbólicos de esta nueva implantación: Rito Escocés Antiguo Aceptado,
por lo cual, poco a poco el término escocés pasó a confirmarse como el
Rito Escocés Antiguo Aceptado, ya fuera en relación con la masonería simbólica
o a los grados superiores.
Sin embargo, el significado de la
palabra es puramente francés, ya que en la mayoría de los países el antiguo
Rito Escocés Antiguo y Aceptado ha permanecido como era originalmente, es
decir, exclusivamente como un sistema de Altos Grados.
Al final de esta breve reseña
histórica, cabe preguntarse si no sería adecuado reservar el término “escocismo”
para la masonería de los Altos Grados, independientemente del sistema de que se
trate: Rito Escocés Antiguo y Aceptado, Rito Escocés Rectificado o el Rito
Francés en los referido a las Órdenes de Sabiduría.
Quedan aún muchas dudas sobre el origen del término escocismo, y por tanto queda por hacer la siguiente pregunta acerca del por qué los primeros masones especulativos en la década de 1730 bautizaron el grado terminal donde se revelaron los más altos secretos de la Orden. ¿De Maestra Escocesa?
Tal vez la huella de Scot
Masters en algunas logias inglesas pueda ser la explicación cabal a esa
razonable duda, hasta es más que probable que estos fueran conscientes del
papel esencial de la masonería operativa escocesa en la formación de la
francmasonería especulativa moderna.
Aunque hoy los «usos masónicos
"escoceses" ya no tienen nada que ver con Escocia, no fue lo mismo en
los inicios de la masonería especulativa donde este calificativo honraba el
origen geográfico -muy real- de los más profundos misterios de la Orden».[6]
A la vista de lo leído, y las
notables ausencias en los que respecta a este término, se puede decir que el
tema es como dice la misma Irene Mainguy ¡Irresoluble ¡
Por tanto, debemos conformarnos
con lo que tenemos, e incluso con lo que intuimos y seguir avanzando en el
estudio de todo este material que tenemos por delante, sin que tengamos muy
clara y nítida una definición sobre dicho fonema en lo que respecta a sus
distintas vertientes filológica o filosófica.
Víctor Guerra. Vª Orden, 9º Grado del Rito Moderno
o Francés
M.·. I.·.
Muy Venerable de la R.·. Logia de Investigación “los Modernos”
Presidente del Círculo de Estudios del Rito Moderno y Francés Roëttiers de Montaleau
[1]
Kervella, André. Le Chevalier Ramsay. Une fierte écossaise. Edicions
Vega. 2009.
[2]
Ramsay, Andrew-Michael. Les voyages de Cyrus avec un discours sur la
mythologie. Éditions
Honoré Champion. 2002.
[3] Supremo Consejo del Grado 33 y
último del REAA para España.
[4]
https://www.baglis.tv/ame/initiations/109-qu-est-ce-que-l-ecossisme-1-2.html.
[5]
Hiver-Messeca, Ives. Les premiers pas des Hauts Gradés en France (1735/1745) La
Fabrique de la Franc-maçonnerie Française. Histoire, sociabilité et rituels, 1725-1750.
Éditions Dervy. 2017. Pág.289-308.
[6] Entrada del término escocismo publicada
por Pierre Mollier en el trabajo Eric Saunier. Enciclopèdie
de la Franc-Maçonnerie Éditions Le Livre de Poche. 1999. Pág. 234-235.